Son ya las cinco de la tarde y espero a mi profesor de piano. Mucha gente para mitigar el estrés se matricula en gimnasios, toman clases de yoga, lee en lugares públicos, y engaña al cerebro haciéndolo sentir como si se hubiese pasado toda una tarde acompañados por mucha gente que ama la literatura, o simplemente se van a un parque y hablan con la naturaleza que hasta ahora es gratis, hasta que aprueben la ley de que en los parques públicos hay que pagar por hablar con la naturaleza.
Yo he tratado todos los recursos y ahora me ha dado por tomar clases de piano. Pero como lo míoes grande y me lo tomo todo tan en serio, ya me habia cansado de las primeras escalas, esas notas aburridisimas que todos los profesores tratan de que te aprendas al principio, los paticos y todo eso
hasta que me lancé y le dije: "Si te voy a pagar quiero aprender las melodias que me gustaria tocar a mis amigos."
Ahí le dije que si me habia comprado un piano habia sido por la famosa película y que esa melodia me había acompañado por toda mi vida, que cada vez que iba a la playa me veía en la orilla acompañado del inmenso instrumento.
El profesor, acostumbrado a las excentricidades de sus alumnos, no me hizo mucho caso. Claro, él no me conoce, él no sabe que yo me tomo las cosas muy en serio y si él me traería la partitura de la música de la pelicula lo menos que yo podria hacer era colaborar con el vestuario. No he podido tocar esa melodia tan bella, solo la escucho en un CD.
Los profesores suelen en ocasiones quitarte minutos a las clases que ya has pagado, pero hoy me di cuenta que no estaba mirando tanto el reloj, que ya
eran casi las seis y cuarto y él todavía me hablaba de la lentitud y la soltura que le debia dar a los brazos; más lento, más lento... me decia, y yo muy en mi melodia cuando él me dijo: Vamos ahora a tratar con las teclas negras.
Yo le dije, bueno profe quizas mañana siga tocando los paticos porque a fin de cuentas no creo que esté todavía preperado para una melodía tan difícil.
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