Tuesday, January 25, 2011

Otro sueño

A la salida del aeropuerto, entre todos los transeúntes estabas tú, parado con ese abrigo negro inmenso, para que yo te viera. Me acerqué a ti de soslayo, casi dejándome arrastrar por el fuerte viento y a causa de mi flacura sentía como si flotara. Tú advertiste mi llegada, no sé si fueron las famosas feromonas que supuestamente contienen el último perfume que compré, caro que me costó, pero el vendedor me aseguró que funcionaban. (En un tiempo dudé de él, pensé que me timó, pero ahora me doy cuenta que no).
El fuerte aire no me dejaba anclar en el concreto y a mi paso, justo a tiempo, me agarraste por la muñeca...
La nave está por pasar... me dijiste y sentí que aterrizaba. ¿Cómo sabes que en ocasiones yo también espero una nave?, te pregunté, acercándome un poco más por lo de las feromonas, hacía tiempo que quería saber si era verdadero su efecto o si tenía que pedir el dinero al perfumero. Se te ve en la cara, me contestaste... Tenía ante mí a un semejante, otro loco que esperaba un aparato que lo transportare al verdadero lugar.

Salimos caminando y sugeriste tomarnos un café. La cafetería estába casi vacía y observé que la dependienta te saludaba con una confianza extraña, más en esta ciudad. Será que es poco probable que alguien se resista a tus intensos ojos amarillos. La mesera trajo tu café, y el mío de paso....

-Mirna, mi hermana mayor, sabe que espero siempre a alguien que me acompañe, pero llevaba mucho tiempo esperando y ese alguien no llegaba.
-Hace años que espero -me respondiste.

Yo sonreí por el triunfo, ¡el dinero pagado no habia sido en vano! Reí a carcajadas, eso activaría las famosas feromonas y entonces no tendríasya escapatoria.

Mirna te trajo entonces ese paquetico pequeño y señalándote la puerta del baño te dijo: son térmicos, siempre te digo que aquí hace mucho frio y como hoy vienes acompañado me imagino que te quedarás un rato largo.

Una cafeteria donde ofrecen a los clientes que no los traen calzoncillos térmicos. Pensé en tus testiculos congelados, quizás pegados a la silla... ¡No los podrías usar!

-Muchas gracias, Mirna -le dije.

Ella sonrió y yo me puse colorado, en realidad la frase delataba mis deseos feromonosos.

-Yo tambien me iré con ustedes -dijo ella y yo me puse serio-, pero no hoy, Yo también espero una nave, que me saque de tanta monotonía. Creí que su vida no era monótona, me hubiese encantado trabajar en un lugar donde parte de mi trabajo fuese descubrir los clientes que no visten ropa interior, para poder ofrecerles esa prenda térmica en el invierno.

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