Saturday, September 4, 2010

Mi Galaxia

                      

                                                      Si ella me faltara alguna vez
                                                      nadie me podría acompañar
                                                      nadie ocuparía ese lugar
                                                      que descubro en cada amanecer
                                                      si me faltara alguna vez...
                                                                            Pablo Milanés.

 Para hablar de Galaxia solo se necesita estar con ella por un rato. Mis amigos, los que la han conocido, nunca me dejan de preguntar por ella cuando después de algún tiempo me llaman por teléfono. Ellos saben cuánto significa para mí. Ellos saben lo especial que es, lo han experimentado, han sentido su lengua garrasposa en sus labios.
Ella es dueña de todos los espacios. Se apodera del sol, de la luna, de la brisa del viento que agita sus orejas. Explora con su mirada todo el entorno del patio y lo husmea cada día como en busca de algo nuevo. Terminada esta tarea se sienta en algún lado del patio para entonces llamarte con su mirada, retándote a que vayas en su búsqueda, retándote a que la atrapes, hasta que se echa a correr. Nadie le gana, nadie la agarra. Ella es dueña del terreno que explora cada día.
Con cuatro años se ha acostumbrado a los brazos y en su lenguaje canino me indica que quiere que la cargue. Y lo hago. La beso y la aprieto fuerte contra mi pecho, le digo bajo en su oído que la quiero.
Ella me retribuye todo el cariño que le doy cada día después de llegar del trabajo. Por muy malo que haya sido el día, al llegar a la casa y escuchar sus ladridos, y sentir sus lenguetazos en toda la cara, me olvido absolutamente de todo.
De niño mi papa nunca nos dejó a ninguno de los cuatro hermanos tener un perrito. Me duele cuando veo que un niño le pide una de estas criaturas tan cariñosas a sus papás, les prometen salir bien en los   exámenes, ser disciplinados en todo el año, para quizás al final del año les permitan tener uno.
Me parece lo más egoísta que puede hacer un padre con un hijo, al cual desde que nace le tienen contados los días para que se haga un hombre o una mujer y se vaya de la casa.
Mi amor por éstos y los demás animales, de los cuales estuve alejado por mi papá, me llegó tarde, pero al menos me llegó. Estoy salvado.                                               

No comments:

Post a Comment