Thursday, September 2, 2010

De Dulce María Loynaz (mis poemas favoritos)


En estos días he vuelto a un libro que "visito" varias veces en el año: Dulce María Loynaz, Obra lírica, Versos (1920-1938), Juegos de agua  y  Poemas sin nombre.
    
En la nota preliminar de este libro, Federico Carlos Sains de Robles refiere a otro libro de esta autora, Jardín: en la obra de Dulce María hay que buscar algo más trascendental: el mundo maravilloso que cada uno no nos supimos crear, pero que todos añoramos incesantemente.

También describe el mundo en que se educó esta cubana, hija de una de las más nobles y antiguas familias de la Isla.

Para mí esta mujer siempre ha sido un misterio, recuerdo haberla visto solamente una vez en la television. En 1998, cuando exhibieron el filme Titanic, fui con mi amiga Mavis a la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, instalada en los jardines de una mansion en Playa. Era el lugar más lindo que yo habia visto en la Habana, y la sala de cine más bella en la que he estado. Mavis me dijo en esa ocasion que aquella mansión había sido de Dulce María Loynaz.

A los amigos a los que no les puedo prestar esta reliquia, y tampoco recitar estos hermosos textos, les dejo unos cuantos poemas de este maravilloso libro. Mis favoritos:
               
MI TRISTEZA ES SUAVE...
Mi tristeza es suave como un claro de luna:
ni queja ni temor
has de encontrar en ella nunca.
Mi tristeza es suave como un claro de luna,
como un verde temblor
de agua o de brisa entre los árboles...
(mi tristeza es tan suave
que casi parece una sonrisa....)


POEMA XXXVIII        
Si dices una palabra más, me moriré de tu voz;
me moriré de tu voz, que ya me está hincando
el pecho, que puede traspasarme el pecho como una
aguda, larga, exquisita espada.
Si dices una palabra más con esa voz tuya de acero,
de filo y de muerte ; con esa voz que es como una
cosa tangible que yo podría acariciar, estrujar, morder;
si dices una palabra más con esa voz que me pones
de punta en el pecho, yo caería atravesada,
muerta por una espada invisible, dueña del camino
más recto a mi corazón.


POEMA XXXIX
Ven, ven ahora que quizá no sea demasiado tarde
todavía
Ven pronto, que quién sabe si no se ha perdido
todo; ven; y si fuera tiempo... y si la vida quiso
esperar un minuto más?...
Ven, por piedad; no escuches al que ha hablado
de muerte, no rompas tu cántara vacía, no mires a la
sombra que se ha hecho... cierra los ojos y corre,
corre, a ver si puedes llegar más pronto que la noche.


POEMA XL            
Para que tú no veas las rosas que haces crecer,
cubro mi cuerpo de ceniza...De ceniza parezco
toda, yerta y gris a la distancia; pero, aun así, cuando
pasas cerca, tiemblo de que me delate el jardin, la
sofocada fragancia.
                                    
POEMA XLIX
Yo guardaré para ti las últimas rosas...
porque no hayas sembrado, no tengas miedo de
encontrar la casa vacía. Porque no la cerraste para la
tormenta, no pienses que otros no pondrán su pecho
contra el viento.
Ninguno firme como el tuyo, ninguno seguro como el
tuyo cuando quiso serlo; pero con el huracán
a la puerta, todos sabremos defenderla...
Yo salvaré la casa y el jardín, yo recogeré todo
lo que aún es digno de guardarse, menos quizá, de
lo que cabe en el hueco de mis manos...
Pero yo guardaré para ti las últimas rosas, y
cuando tú vuelvas y veas la casa sin luz, el jardin
devastado, piensa con un poco de emoción
que todavía hay rosas para ti.

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