Monday, November 1, 2010

Si solo de cruzar el mar se tratara

Era viernes, ocho de la noche y salí al receso de un curso de peluquería que nunca terminé. Saqué la tarjeta que siempre compro para llamar por teléfono a mi madre, como cada viernes desde que en el 2001 los terroristas tumbaran las torres gemelas de New York (nunca nos hemos recuperado de ese dia tan gris mi madre y yo). La acostumbré semanalmente a esas llamadas que mitigan su ansiedad. Este viernes la conversación me dejó en shock. Mi hermano se había sacado el sorteo de la loteria de visas y ella y él querían mi opinión acerca de que si él debería venir o no. De sobra sabía que sería fatal para él adaptarse a esta sociedad con particularidades y normas muy diferentes a las que estábamos acostumbrados.

Me sentí entonces con una gran carga. ¿Cómo decidir el destino de alguien, aunque sea un hermano? Jamás he hablado con mi familia ni amigos de triunfos o glorias; esas y mis melancolías me las he guardado para mí, aunque otros hayan sufrido sus consecuencias y les agradezco por haber estado ahí, por no juzgarme, eso sobre todo. Pero por otra parte comprendía su deseo de salirse de la perpetua autoridad de nuestro padre. Eso bien merecía cualquier sacrificio. Como lo hice yo en un momento de mi vida en que Esteban no me ofrecía otra alternativa.

El creía que con solo alzar la mano alcanzaría los frutos maravillosos que endulzan el alma, se había acostumbrado demasiado a los dulces placeres de la tierra...como dice un poeta del cual olvidé el nombre,


En una ocasión, varios meses después de que él llegara y viviera los avatares que vive el que sale de su país y se aleja de su familia y amigos (y avatar para nosotros los cubanos no es lo mismo que para  James Cameron, si nos hubiese preguntado a nosotros su película sería diferente, aunque seguro que en su guión lo asesoró una vegetariana... y que me perdonen los vegetarianos, no tengo nada en contra de ellos, solo que ellos no saben lo que son "los avatares de la vida", creo que ser vegetariano muchas veces te eleva a un nivel alejado de los horrores de la tierra...)

Dejando a un lado al cineasta y a la supuesta vegetariana, en una ocasión mi hermano y yo nos encontramos como si fuésemos dos extraños. (Casi somos dos extraños). Con los ojos llenos de lágrimas me decía que aquí él habia aprendido a quererme a mí y a mis padres, desde que llegó a este país. Desde el primer día estaba destinado a regresar, él jamás se acostumbraría a un estilo de vida tan diferente al que él llevaba en Cuba. Era cuestión de tiempo. Ha sido valiente y ha tomado decisiones importantes en poco tiempo. Hoy acompaña a mis padres y no tiene la menor intención de regresar. Ojalá pudiera quedarse y ser felíz, allá en su barrio querido. Ojalá ahora supiera valorar el amor, la fe, la mano del amigo, la taza de café, el sol cuando sale en la mañana, todo eso que creía que había perdido.

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