Thursday, October 28, 2010

Festival de Ballet

Hoy comienza el Festival de Ballet de la Habana, hablo por telefono con mi sobrina y le pregunto si logró comprar alguna entrada y ella sin pensarlo me pregunta si estoy loco, que si ya no me acordaba de las perras colas que se hacían desde la noche antes del día en que comenzaban a vender los boletos... Aquello era (es) cosa de pasarse allí todo el dia. Era motivo para que los universitarios faltaran a clases y los trabajadores presentaran certificados médicos por enfermedad, para poder asistir al evento. Ese, por ejemplo, era mi caso.

En días como estos extraño no estar en La Habana, en Cuba, en ese país en que desde que uno nace sabe que hay una bailarina muy famosa que se llama Alicia Alonso. Yo creo que eso se aprende en el mismo salón de parto. No hay que ser necesariamente homoxexual para saberlo, ni tener afición por el ballet... Es algo que se sabe y ya. No sé en cuántos lugares pasará lo mismo con una figura así (bueno, si sé, en Puerto Rico con Jennifer López; pero que me disculpen los puertoriqueños pues no hay comparacion).
¿Por qué extraño La Habana en estos días? Bueno, porque no dormía, y me sumía en el corre-corre de todo el mundo tratando de llegar temprano a los teatros, porque allí sí que empiezan a las 8.30 p.m. Y extraño a los jóvenes repletando los teatros.


Todos los festivales son buenos, pero al de La Habana lo diferencia una cosa de los del resto del mundo: el publico, todo el mundo loco por ver a sus bailarines y a los extranjeros. Sientes la temperatura ardiendo a tu alrededor, la energía tan fuerte que genera tanto entusiasmo. Ya me lo decía Pablo cuando me fui de Cuba: "Pájaro, olvídate del ballet y el teatro, que allá todo eso es muy caro". Y auqnue no sea tan caro, no hay el mismo entusiasmo; a los jóvenes no les interesa eso ni nada que tenga que ver con arte en general, por acá el hechizo llega pasados los 60.

Siguiendo la conversación con mi sobrina, le digo: "No, mama, yo le daba 10 pesitos a la negrita de la puerta que da a la calle San Rafael y me dejaba pasar con mis amigos al gallinero. Y allí sí que se disfrutaba de aquello. Aquello que no tiene comparacion con nada, con nada, que lo digo yo. Esas ovaciones, solo en la Habana".

Y como toda gran ciudad hay un teatro, uno que es especial, que la gente lo identifica como el centro de cada evento, si se trata de ballet, y en la Habana: es el García Lorca. Ese edificio que recoge tanta historia desde pasadas generaciones hasta hoy en dia. Algunas que muchos no quisieran recordar pues fueron enviados, simplemente por amar una figura como Alicia Alonso, así, sin más ni más, a la primera unidad de policia de la Habana Vieja. Cuentos de viejos policias retirados que se rien al recordar aquellos días de redada, como ellos le llamaban, para hostigar a hombres cuya sensibilidad estaba por encima de cualquier miedo. La pasión por ver bailar a su Alicia, porque ella es del pueblo, era mayor que todo hostigamiento.

También entre sus muros un poco frios se cosecharon ardientes amores, duraderos, eternos... ¡Cuántos placeres devenidos del baile! Y todavía Alicia crea y existe y es un mito. Y no la olvidaremos. (De niño siempre pensaba: ¿cómo será cuando Alicia muera? Nunca he visto un funeral tan grande como el que yo imagino que merecerá ella). He visto varios documentales (por si alguien no las tiene muy buenas con ella) que demuestran que siempre ha defendido a sus bailarines, sobre todo aquellos que fueron los primeros que se quedaron en París. Hay que escuchar por boca de ellos lo que dicen de su Alicia. Ese día aprendí a respetarla más.

Bueno, no veré este festival, pero lo haré a través de otros ojos y de un lente que espero nos dé buenas imágenes.

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